Los primeros mil días de vida, clave en la salud futura de tu hijo

Mil días

El tiempo que pasa desde que te enterás que estás embarazada hasta que tu bebé cumple dos años son los llamados «mil días» y es valiosísimo para su salud. Sí, lo que comés -o no- durante la gestación puede ser determinante en la vida adulta de tu hijo

¿Escuchaste hablar alguna vez de «los primeros mil días»? El concepto hace referencia a la importancia de la buena nutrición de la mujer durante el embarazo, casi equiparándola con la alimentación del niño una vez nacido.

Es que aunque todavía queda mucho por mejorar, prácticamente nadie discute sobre la importancia que tiene la lactancia materna y el cuidado de la alimentación de los niños menores de dos años, para que se transformen en adultos saludables. En cambio, poco se habla acerca de que lo que lo que come la mamá durante la gestación y los nutrientes que recibe un bebé mientras está en el útero son tan –o más– importantes que la etapa que comienza luego del parto.

Así como lo leés. En términos de nutrición, los primeros mil días de vida de una persona –que incluyen la concepción y los dos años posteriores al nacimiento– son los que determinarán cómo será su salud en los siguientes 80 años.

Dentro de los mil días «críticos» tenemos los 270 del embarazo, que es una etapa muy importante y que no siempre la valoramos. Es un momento clave en términos de requerimientos nutricionales, ya que la mayor parte de los nutrientes aumenta en forma importante y no siempre son cubiertas con la alimentación habitual de la gestante.

Desde el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea), con Sergio Britos a la cabeza no se cansan de advertir sobre la importancia de este período en la vida de una persona.

Los problemas nutricionales tienen que ver tanto con déficits como con los excesos en la mujer gestante. El déficit de nutrientes durante el embarazo se puede reflejar en el bajo peso al nacer, retardo de crecimiento y una mayor mortalidad perinatal. El exceso, en cambio, puede dar lugar a la obesidad y es mucho más relevante por estas latitudes: lleva a fetos demasiados grandes (macrosomía), diabetes e hipertensión materna, una mayor cantidad de cesáreas y malformaciones congénitas. Por eso los especialistas plantean que debemos ocuparnos de la nutrición de estos primeros 270 días. Hay que preocuparse por la futura mamá pero no sólo en términos de evaluación antropométrica sino también en términos de calidad de la alimentación y de indicadores bioquímicos.

El licenciado Sergio Britos, profesor asociado de la Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina (UBA) y director de Cepea, suele remarcar: «Las intervenciones que a la luz de la revisión de la literatura demostraron ser más efectivas son las que se basan en el abordaje de la cuestión nutricional bajo la lógica del ciclo vital. Un ejemplo es probablemente la talla final alcanzada por nuestros niños, que hoy en día sabemos muy bien que depende no solamente de los factores vinculados a la vida posnatal sino también a factores relacionados a la vida intrauterina».

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«Abordar cuestiones como la desnutrición crónica y el crecimiento en talla de los niños implica pensar desde la nutrición de la mujer en edad fértil hasta la lactancia y el patrón de alimentación complementario a partir de los seis meses. La obesidad también es un ejemplo del abordaje nutricional desde la lógica del ciclo de vida porque sabemos muy bien que los efectos de intervenciones tan tempranas como el propio embarazo y el primer año de vida son determinantes de la obesidad en los niños y de la salud en la vida adulta», sostienen desde el centro.

En ese sentido, vale destacar que la Argentina, donde hay una mala práctica de lactancia materna (a los seis meses, el 30% de los bebés ya no es amamantado) y una pobre introducción de los alimentos complementarios a partir del sexto mes, la presencia de anemia es del 30% en los menores de dos años. «Abandonar tempranamente la lactancia materna, introducir muy pronto leche de vaca a la dieta en lugar de usar las fórmulas infantiles especialmente diseñadas para las necesidades nutricionales de un bebé y una pobre alimentación complementaria a partir del sexto mes pueden afectar el normal desenvolvimiento nutricional en el primer año de vida e iniciar un camino hacia el sobrepeso, que hoy afecta a un tercio de los menores de seis años y el 40% de los niños en edad escolar», grafica Britos.

Así las cosas, entre los niños que abandonan la lactancia y se alimentan con leche de vaca es común el exceso de calorías en su dieta, así como también la sobrecarga renal de proteínas y de sodio y, a la vez, es común el déficit de hierro, de calcio, vitaminas A, C y ácidos grasos esenciales.

De yapa, tres consejos nutricionales para mamás que amamantan
1- Aumentá el consumo de lácteos, carnes, frutas y verduras
2- Evitá las dietas para adelgazar (la mamá que amamanta necesita una dieta completa y saludable)
3- Tomá mucho (¡pero mucho!) líquido: es muy importante que te mantengas hidratada.

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