Para ordenar el día a día de los niños no le temas a la rutina

rutina higiene bebé

Pese a que en la vida muchas personas evitan caer en la rutina, en la crianza de los hijos, repetir actividades diariamente les brinda seguridad y confianza a los más chicos de la casa. Los cuatro momentos del día que conviene repetir cual «regimiento»

Durante los primeros años de vida de los niños, mamás y papás cuentan con una aliada fundamental para favorecer el desarrollo mental y emocional saludable de sus hijos: la rutina. Se trata de actividades que ordenan diversos aspectos del día de los más chicos y promueven su independencia y autonomía.

«Existen cuatro rutinas importantes en el desarrollo del bebé: higiene, alimentación, juego y sueño», explicó la licenciada en Psicología Marisa Russomando, especialista en maternidad, crianza y familia.

En una serie de sugerencias que elaboró para EnfaBebé 3, la autora de Diván King Size y Rutina desde los pañales, entre otros libros invitó a los padres a poner en práctica estas actividades diarias.

Rutina de la higiene: la del baño es una de las rutinas que primero se organizan y puede empezar a desarrollarse antes de los seis meses. En el caso de las parejas es recomendable esperar a que ambos miembros estén presentes para compartir la experiencia. Este momento es ideal para la estimulación del niño. Por ejemplo, se puede jugar a nombrar las partes del cuerpo, utilizar juguetes para el baño o cantar una canción. Es recomendable que el bebé primero coma y después se lo bañe. Sin embargo, hay que atender cada caso, ya que hay niños que se relajan con el baño y otros que se excitan.

Si bien he terminado alguna cena pasándole a mi hijo toallitas húmedas por el pelo para sacarle restos de comida, prefiero que el baño sea antes, ya que muchas veces -cuando la organización me lo permite- cenamos todos juntos temprano y ¡Dante a la cama! para poder disfrutar de una serie o una charla sin interrupciones.

Rutina de la alimentación: se recomienda organizar esta rutina a partir de los seis meses, cuando los niños empiezan a incorporar los alimentos semi-sólidos. La nutrición es fundamental en la formación del niño porque cuando una mamá o papá alimenta a su hijo no le está dando sólo alimento sino todo lo que implica el contacto con el otro, el vínculo y la posibilidad de exploración. Esta última se posibilita cuando se permite al niño intentar comer solo, por ejemplo. Aunque esto puede generar verdaderos líos –como fideos pegados en el techo y papilla por todos lados– es muy recomendable, ya que el niño que se permite la exploración luego incorporará con mayor facilidad los alimentos sólidos.

Rutina del juego: siempre es aconsejable que las mamás y papás reserven un momento –al menos 15 minutos por día– para jugar con sus hijos. En ocasiones, las mamás pasan mucho tiempo con sus hijos recién nacidos por la necesidad de cuidarlos, pero no se dan cuenta de lo importante que es detenerse a disfrutar del juego con el bebé. Al llegar a sus casas, muchas mamás que trabajan se encuentran con un niño con energías para jugar. La excitación de los pequeños se multiplica cuando las ven. Entonces, la sugerencia es intentar jugar unos minutos con él antes de ir a cambiarse o iniciar su propia rutina de regreso del trabajo. De esa manera se reconoce la importancia del juego y la distensión en la vida de los niños y se fortalece el vínculo en una actividad de diversión.

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Rutina del sueño: esta es una rutina fundamental a partir de los seis meses para el orden y permite cuidar tanto a los chicos como a los adultos, ya que a éstos les permite seguir manteniendo una vida adulta, gustos y costumbres. No se trata de esperar a que el bebé caiga dormido por el cansancio o dejarlo en su cuarto y cerrar la puerta sino que implica un proceso relacionado con la despedida: darse un baño antes, cepillarse los dientes y darle un beso a cada uno de los padres, entre otras actividades. Aprender a dormir conlleva, entre otras cosas, separarse del otro y esto no ocurre cuando los niños duermen en la cama de sus papás. Es recomendable acompañarlos en su cuarto, luego salir y volver si es necesario para contenerlos. Un niño que logra conciliar el sueño podrá volver a dormirse sin ayuda si se despierta a la madrugada.

En mi caso, ya les conté en otro post mi experiencia con el sueño de Dante y mi postura a favor del colecho, pero no son pocas las mamás que logran instaurar esta rutina de «beso a mamá y papá y a la cama» y no la cambian por nada del mundo. Son cuestiones personalísimas. Mi hijo, recién pasados los dos años y logrado el destete duerme la noche entera en su habitación (con excepciones, claro..una mala noche la tiene cualquiera), pero aún así, tengo que quedarme conversando con él hasta que se duerme.

«Si bien las rutinas son aliadas de la crianza, también pueden tener un costado desfavorable cuando el apego a ellas es total. Es importante respetarlas cuando se las está estableciendo, pero una vez que se logró el objetivo también es necesario saber flexibilizarlas -resaltó Russomando-. Esta elasticidad beneficia tanto a los chicos como a los papás y, en definitiva, implica poder improvisar y disfrutar de la vida».

El amor es sinónimo del vínculo. Cada momento que comparten el bebé, la mamá y el papá, entre abrazos, mimos y juegos, son el cimiento sobre el que se sostiene el desarrollo mental. Un bebé que está desarrollando al máximo su potencial es un bebé feliz, que sonríe, que se sorprende, que es curioso.

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