La figura de la doula cobró relevancia en los últimos años, como acompañante en el proceso de embarazo, parto y puerperio. Qué dice la ley argentina. Qué debe y no debe hacer una doula
La palabra doula (que se pronuncia «dula») deriva del griego antiguo y significa «mujer que sirve». Aplicado al nacimiento, una doula es esa mujer que atravesó sus propios partos y se pone al servicio de otra mujer que va a parir. La acompaña durante el embarazo, trabajo de parto, parto y puerperio (o en alguno de estos momentos) enfocándose en el aspecto emocional, en su bienestar general y en sus necesidades.
En muchos países del mundo la figura de la doula fue aceptada con más facilidad porque se lograron valorar los beneficios que su presencia aporta en los partos. Los cambios de esta naturaleza llevan tiempo y requieren una apertura mental, emocional y espiritual de todos aquellos que intervienen en la manera en que nuestros niños están naciendo y nosotras pariendo.
Un primer paso importante para la aceptación de la doula en la Argentina es la comprensión de su función, entendiendo que no interfiere con ninguna otra del equipo asistencial actual. No reemplaza ni se superpone con la partera, ni mucho menos con el obstetra. En cambio, puede hacer un valioso aporte tanto a la madre, al padre, como al resto del equipo.
En la Argentina no hay legislación que prohíba su presencia, pero tampoco está claramente aceptada y todo depende de los equipos médico-asistenciales y de los usos y costumbres del sanatorio u hospital
Más allá de la decisión de contratar una doula, toda mujer debe saber que existe una ley nacional de parto humanizado (o respetado), sancionada en 2015, que, entre otras cosas, le garantiza el derecho a estar acompañada por una persona de su elección durante todo su trabajo de parto y parto y que no existe ninguna justificación, tanto en el ámbito privado como público, para que se lo impidan.
Es muy importante que las mujeres conozcan y divulguen esta ley ya que es muy frecuente que se haga caso omiso de la misma con diversas excusas, especialmente en hospitales públicos. Las más frecuentes son que el padre del niño no asistió al curso de preparación para el parto o que ediliciamente no están preparados para la presencia de hombres en la sala de partos, ya que le restaría intimidad al resto de las mujeres.
Cómo elegir una doula
Para llamar a una doula hay que tener tiempo y disposición a conocerla y abrir la historia personal para entablar un vínculo de confianza. «Debemos estar abiertas a recibir información, tal vez desconocida, sobre el parto y la crianza, y comenzar a confiar en nosotras mismas a la hora de elegir, porque una doula no elige por nosotras, nos acompaña», recomendó Violeta Vázquez, puericultora docente y directora de la Escuela Panza y Crianza.
Las doulas trabajan dentro de equipos médicos, o de equipos de parteras/os, y en ese caso sí pueden ingresar a la sala de partos o al quirófano. Aunque también trabajan solas, haciendo el apoyo domiciliario a la pareja. En este último caso, la institución y el equipo médico deciden si la doula puede ingresar al parto.
Los sí y los no de la doula
Lo que la doula NO hace:
-Revisar a la embarazada
-Escuchar los latidos del bebé
-Contradecir al médico o entrar en conflicto
-Irse cuando la madre le pide que se quede, aun si no tiene dilatación como para parir
-Decirle a la pareja cómo tiene que criar a su bebé, o a una mujer en qué posición tiene que parir o cómo tiene que respirar.
Lo que la doula SÍ hace:
-Sostener ambiental y afectivamente a la pareja para que ésta esté disponible para el bebé
-Conocer las necesidades de la mujer a la hora de parir
-Garantizar que la mamá se hidrate, se alimente y esté cómoda antes y durante el parto
-Apoyar la lactancia materna y el parto respetado
-Empoderar a la pareja a elegir con información