«Siento que nunca más dormiré una noche completa»

sueño del bebé

¿Les pasa lo mismo? Puedo recordar la fecha exacta de la última vez que dormí diez horas seguidas. Así y todo, me negué al polémico Duérmete niño. Y consulté especialistas que me explicaron por qué no recomiendan el método de dejar llorar a un niño hasta el cansancio

¿A quién no le dijeron durante el embarazo «dormí todo lo que puedas ahora porque cuando nazca no dormís nunca más»? «Qué gente exagerada», pensaba yo. Pero no. En mi caso no exageraron ni un poco.

Mi primer hijo -esperemos que la que viene en camino no siga los pasos del hermano- nunca fue un fanático del dormir. Por más cansado que estuviera, se resistía a dormirse y tiene el sueño más liviano que conozco, como suelo decirle. Ya debí imaginarlo en el sanatorio ni bien nació. La primera noche la pasó a upa mío. Ponerlo en la cunita era similar a apoyarlo en una cama de clavos (¡y con razón! ¿hay algo más frío y rígido que esas cunas de plástico?). «Quiere olerte, necesita apego», me recomendó la neonatóloga. Y yo me lo pegué.

Y como no creo eso de que los niños nos tomen el pelo, ni sean manipuladores, preferí pensar que mi niño -como todos los bebés- lloraba, pedía upa y reclamaba atención simplemente (¡y precisamente!) porque es bebé. De ahí que no entienda (¡ni le interese!) que yo tenga sueño o quiera dormir de corrido porque tengo que ir a trabajar.

Cansada de escuchar consejos de madres expertas a las que sus hijos «les duermen» toda la noche y segura de que en casa no se iba a aplicar el «duérmete niño» (se conoce así a un método que propone enseñar al bebé a dormir y dejarlo llorar por espacios de tiempo hasta que se duerma solo), llamé a una psicóloga especialista en maternidad y crianza. Algo tenía que poder hacerse con este chico.

«Antes que nazca nuestro hijo ya estamos deseando que duerma bien, ya nos preguntamos cómo será despertarse de noche y cómo nos vamos a organizar teniendo sueño. Quiere decir que ya nos anticipamos a una situación que aún desconocemos pero que, justamente por eso, necesitamos tener controlada, aunque sea suponiendo lo peor». Así comenzó respondiendo mi llamado la licenciada Lorena Ruda (MN 44247), para luego agregar que «muchas personas se adaptan sin problemas a entregarse a los horarios del bebé y aprenden a descansar cuando el bebé descansa y a otras les cuesta un poco más pero, aun sin saber de dónde sacan las fuerzas lo logran».

Y como había leído todo lo que de sueño infantil se les ocurra, me desesperé al saber que si bien es sabido y hasta esperable que al principio un niño se despierte cada dos o tres horas, a partir de los tres meses empiezan a espaciarse los despertares y hacerse más largos los períodos de sueño.

Bueno, eso a mí no me estaba pasando. Y fui corriéndome la zanahoria. «Quizá cuando cene queda más satisfecho y duerme», «tal vez cuando gatee se canse». Nada. Llegó a despertarse durante una semana cada 40/50 minutos. Creí morir.

Según Ruda, «hay varias causas por las que un bebé se puede despertar de noche. Sin embargo es común que de lo normal hagamos un problema sólo por desconocimiento o por estar comparando con otros bebés». «Hay que saber que cada bebé es único y no es tan fácil generalizar, sin embargo hay bastantes causas comunes a la hora de entender qué pasa con un bebé que se despierta sistemáticamente durante la noche», analizó.

Tras asegurar que «el sueño es un proceso evolutivo y madurativo que atraviesa diferentes etapas de distinta duración en cada bebé», amplió: «De acuerdo a la edad los despertares nocturnos esperables van cambiando, pero lo importante es saber que recién a los seis años el sueño de un chico es similar al del adulto«.

Ruda explicó que los adultos y los niños tenemos despertares nocturnos e hizo hincapié en que la diferencia principal radica en que los adultos ya sabemos cómo hacer para volver a dormirnos y los bebés y niños no. Sin embargo, consideró que «no hay un método para aprender a dormir ya que nacemos sabiendo dormir, desde el útero ya dormimos». «Es sólo cuestión de tiempo y de disponibilidad para acompañar el proceso, como todos los procesos evolutivos y madurativos que van a atravesar nuestros hijos», consideró.

De rutinas y métodos infalibles (¡que fallan!)

Consulté también a una pediatra, quien reseñó que «desde el nacimiento hasta aproximadamente los dos meses de vida, el bebé no es capaz de diferenciar el día de la noche, por lo que sus períodos de sueño/vigilia son aleatorios, quiere decir que van a dormir cuando lo necesiten en momentos y tiempos propios de cada uno». Y en ese sentido aconsejó a los padres «respetar estos tiempos y evitar mantener al bebé despierto para que duerma más de noche, ya que esto va en detrimento de un desarrollo adecuado, pero sí pueden proporcionar un ambiente distinto para el sueño nocturno y para el sueño diurno (siempre hablando del lactante hasta los dos meses de vida), como por ejemplo crear un clima más sereno, con luz más tenue y sin ruidos para la noche y un ambiente más acorde a la rutina de la casa para el día».

En conclusión, para la médica pediatra Celeste Celano (MN 127066) del Sanatorio Modelo de Caseros «durante los primeros 60 días de vida, es normal que el bebé se despierte seguido durante la noche, sobre todo porque necesita alimentarse, por lo que hay que proporcionarle su alimento, ya sea pecho o leche maternizada».

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En la misma línea, Ruda resaltó que «durante todo el primer año, a través de las rutinas que vamos estableciendo, los bebés van aprendiendo a diferenciar el día de la noche» y recomendó que «para esto no hay que sostener horarios rígidos ya que ahí es justamente cuando podemos generar algún trastorno de sueño al no respetar el sueño natural del bebé y  forzarlo a adaptarse a las rutinas ya establecidas en nuestro hogar».

De este modo -para ella- «se prioriza que todo esté bajo control y organizado y no se respetan las necesidades del bebé, lo cual muchas veces genera lo contrario ya que si no tiene sueño podemos estar mucho tiempo tratando de hacerlo dormir generando un estado ansiedad y malestar y suponiendo que nuestro hijo ‘sólo quiere upa’, ‘no quiere dormir’, ‘no duerme nada’, ‘tarda mucho en dormirse’ o por el contrario, no hacerlo dormir porque ‘es la hora de la cena y si se duerme ahora después se despierta enseguida’ generando un estado de irritabilidad en el bebé».

«A partir de los dos o tres meses el bebé ya empieza de a poquito a discernir día y noche. Y si bien va a continuar despertándose ocasionalmente ya no tantas veces como al principio», explicó la pediatra, quien detalló que «las causas pueden ser variables: hambre, cólicos propios del lactante -que suelen doler o molestar más de noche-, que tenga el pañal sucio o simplemente que necesite contención. Generalmente la dentición, cuyo proceso inicia desde el quinto mes aproximadamente (dependiendo de cada bebé) no genera despertares nocturnos debido al dolor ya que las manifestaciones de dolor son igualmente día y noche». Y aclaró: «Los padres deben saber que el bebé se está adaptando a una vida extrauterina y que muchas veces necesita estar cerca de su mamá para sentir la sensación de cuando estaba en su panza».

La psicóloga coincidió: «De a poco su rutina de sueño se irá estableciendo y luego se podrá ir modificando paulatinamente acorde a nuestra dinámica particular. Para ayudar a nuestro hijo a diferenciar el día de la noche, podemos hacerlo con rituales flexibles y tranquilos, induciendo el momento de ir a  dormir con ambiente de calma, luz tenue, música, cantos, con contacto físico y balanceo, ya que esto último es una necesidad estructural de todo bebé».

Sobre los conocidos métodos para generar conducta de sueño, Ruda consideró que «ante la necesidad de que nuestro hijo se duerma (y no nos moleste) apelamos a procedimientos que proponen enseñar al bebé a dormir y dejarlo llorar por espacios de tiempo hasta que se duerma solo». «El método Ferber (o Estivill) no enseña a dormir sino que el bebé termina durmiéndose sobre adaptado, con angustia: ya sin llorar porque entendió que ese llanto no es interpretado como una necesidad sino que fue subestimado», sintetizó la especialista.

«Yo no comparto el método Ferber. Si bien a algunas familias les resulta beneficioso, soy partidaria de que el bebé necesita sus tiempos para adaptarse al sueño/vigilia y muchas veces es la misma ansiedad de los padres lo que no permite el sueño adecuado», coincidió la pediatra, para quien «no existe un método para que un bebé duerma todo la noche, más que tener mucha paciencia y asegurarse de que esté confortable».

La verdad que quienes lo aplican, aseguran que el método funciona, «pero no tiene en cuenta las emociones del bebé o mejor dicho, las ignora», opinó Ruda, quien explicó: «Si el bebé llora es porque necesita algo, aunque a veces sea solamente brazos y calor. Si no necesita nada, no llora. Los bebés no lloran por capricho, ni nos toman el tiempo ni mucho menos el pelo. El llanto de un bebé es la única manera de comunicarse y de expresar que algo les pasa, y estará en el adulto la función de decodificar e interpretar ese llanto y responder según las necesidades del bebé».

Recuerdo haberle planteado a la pediatra de mi hijo: «Listo, yo me resigno, no duermo nunca más, ¿pero a él no puede hacerle mal descansar tan poco?», fue mi consulta sobre si las horas de sueño que tenía el chiquito en cuestión le alcanzaban. Y la misma duda le transferí a la psicóloga que consulté. Les comparto lo que Ruda respondió: «El mejor diagnóstico para evaluar si el sueño del bebé es insuficiente, duerme mal o tiene un verdadero trastorno de sueño es observar cómo se comporta cuando está despierto. Si está somnoliento, con poca capacidad de concentración, irascible, fastidioso, o bien si tiene momentos en que se queda dormido en cualquier lugar y posición, realizando alguna tarea. Como así también si duerme demasiado».

Ok, no es lo que ocurría con mi pequeño, que durante el día parecía -y así sigue- el muñequito de Duracel. (A veces le busco el botón «off», les juro!!).

Parece que era verdad el vaticinio poco amigable que suele hacerse a las embarazadas. ¿Les pasó algo similar? ¡Que alguien me diga que tiene un niño de sueño liviano como yo!

Dejé la ¿buena? noticia para el final. Alrededor de los dos años, luego del destete, #hijo comenzó a dormir toda la noche de corrido. Claramente, él buscaba apego con sus despertares. Y yo tengo en claro que no cambiaría una noche entera de sueño por satisfacer esa necesidad.  Después de todo, de eso se trata esta aventura de ser mamás, ¿o no?

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2 comentarios

    1. Es la idea de este espacio, Noe! Saber que a todas nos pasa, más o menos, lo mismo! Gracias por estar del otro lado 😉

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